martes, 20 de mayo de 2008

18 POR CIENTO


El pasado 1 de mayo subió el precio del bonobús en l'Alacantí nada menos que un 18 por ciento y, además, se nos anunció que el año que viene volverá a tener una notable subida. Teniendo en cuenta que una parte importante de los usuarios del transporte público en nuestro entorno metropolitano son trabajadores -y muchos de ellos con modestos ingresos- no parece muy acertada la fecha elegida para la subida, la verdad. En todo caso y cuestiones estéticas aparte, es indiscutible que la subida es brutal y que supone una agresión a las sacrificadas personas que usan habitualmente el autobús o el tranvía para resolver sus necesidades de movilidad. Así se les paga su nada desdeñable colaboración diaria a evitar los problemas que el tráfico privado nos provoca.Desde el Ayuntamiento y la Generalitat, artífices de la subida de precios, se nos argumenta que ésta obedece al incremento de los costes de explotación. No vamos aquí a discutir que los combustibles fósiles hayan sufrido un fuerte aumento de precio en los últimos tiempos pero, desde la PCM, sí que nos preguntamos si los costes de explotación esgrimidos como causa son los que deben ser o si se podrían reducir.La verdad es que es una pregunta retórica porque en la PCM estamos convencidos de que sí se pueden reducir esos costes de manera notable y esto no sólo sin menoscabo de la calidad del servicio público de transporte urbano y metropolitano sino, incluso, mejorándolo. De hecho ese debería ser el empeño de nuestras administraciones: mejorar un servicio público en algunos aspectos abandonado a su suerte para conseguir captar usuarios desde los modos motorizados privados (coches y motos). Todo ello con el objetivo de ganar eficacia, reducir la contaminación acústica y atmosférica, los accidentes y las pérdidas económicas que a diario produce un modelo ineficiente basado en asumir como inevitables los atascos. Como ejemplo, reflexionemos sobre un hecho incontrovertible: en Alicante la disciplina viaria prácticamente no existe. Es decir, las infracciones al Reglamento y la Ordenanza de circulación son habituales y sistemáticas afectando gravemente, entre otros aspectos, al autobús. Todos los días podemos ver coches aparcados en las paradas del bus o en los carriles presuntamente reservados para autobús y taxi. Los efectos son demoledores: se multiplica el tiempo necesario para subir y bajar del bus, se obliga a esperas y maniobras lentas de los autobuses, éstos invaden los carriles previstos para el uso de los automóviles -los cuales también se ven perjudicados-, se aumentan las barreras para las personas con movilidad reducida, etcétera. Si esta situación se subsanara -por cierto, ¿dónde están los flamantes controladores de tráfico?- la velocidad comercial de los autobuses y taxis mejoraría notablemente y, por tanto, conseguiríamos una reducción del coste por pasajero transportado y kilómetro recorrido. Cuando hablamos de decenas de millones de viajes al año estamos hablando de mucho dinero. Pero además, como también aumentaría el cumplimiento de las frecuencias y la puntualidad, el bus sería una alternativa más atractiva y fiable para más personas con lo que aumentaría el número de usuarios y volveríamos a conseguir un ahorro por pasajero. Se trataría de un círculo virtuoso. Para conseguirlo resulta muy útil la segregación física de los carriles bus-taxi del resto de la calzada. Recientemente Ayuntamiento de Alicante y Generalitat han aceptado la propuesta de la PCM de que se reserve un carril por sentido en el tramo de la avenida de Dénia que se está remodelando. Además, el alcalde de Alicante nos anunció su intención de extender esa medida al resto de carriles bus-taxi de la ciudad. Así sea.Tampoco debemos olvidar que existen otros muchos aspectos pendientes de mejora que redundarían en el aumento de usuarios: información, remodelación de las líneas con criterios racionales y no simplemente "históricos", intermodalidad, confort de los vehículos, etcétera. Ahora bien, el mayor ahorro posible se obtendría renunciando a considerar al sistema de transporte urbano y metropolitano de l'Alacantí como una oferta de movilidad complementaria al coche y, por el contrario, reconociendo que la universalidad, eficiencia, eficacia potencial y respeto al medio ambiente del transporte público deben convertirlo en el objetivo central de las administraciones en materia de movilidad urbana. Sin embargo la realidad es que Ayuntamiento y Generalitat optaron por enterrar el tranvía en el centro de Alicante multiplicando siete veces su coste de construcción y no sabemos cuánto sus costes de explotación. Al tantas veces criticado por la PCM tramo subterráneo de Alfonso el Sabio y avenida de la Estación (que habría tenido una alternativa muy razonable por la fachada litoral, Eusebio Sempere y Oscar Esplá) ahora se une la amenaza de otro falso túnel en la línea hacia el aeropuerto. Frente al mínimo mantenimiento que necesita un tranvía en superficie con simples apeaderos nos encontramos con túneles a decenas de metros de profundidad y megalómanas estaciones subterráneas que cada día hay que iluminar, limpiar, vigilar, reparar, etcétera. ¿Cuánto subirá el bonobús el día que repercutan en el billete todos los sobrecostes derivados de enterrar el tranvía?

Javier Cobela es portavoz de la Plataforma Comarcal por la Movilidad Sostenible de l'Alacantí - PCM.

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