martes, 24 de junio de 2008

La movilidad metropolitana y el futuro de nuestras ciudades


MARIO FLORES *

En las últimas décadas han crecido de forma inusitada las posibilidades de desplazamiento dentro de las ciudades y de sus entornos metropolitanos. Y con ello, y en paralelo, se han multiplicado las opciones de los ciudadanos de acceso a una gama más amplia y diversificada de puestos de trabajo y de todo tipo de servicios públicos y privados. En consonancia las empresas, las universidades, el comercio, el ocio desarrollaban a su vez todas sus economías de escala, en un proceso que forma parte de la esencia de lo que conocemos como desarrollo integral de las sociedades avanzadas.

El gran reto que ahora se nos plantea es hacer sostenible esta espiral de crecimiento más allá de la dependencia absoluta del vehículo privado. Se trata de compatibilizar la movilidad de los ciudadanos con el respeto a la calidad del entorno urbano y natural y a las políticas energéticas que nos demandan un uso cada vez más racional de los recursos disponible. El mayor uso del transporte público y la marcha a pié o en bicicleta están llamados a conformar un patrón de movilidad equilibrado en el que cada tipo de desplazamiento tenga la respuesta más eficiente no sólo en términos de rapidez o capacidad sino también en relación con los efectos externos que producimos en cuestiones tales como la ocupación del espacio urbano o agrícola, la calidad del aire o la factura energética.

Desde la Generalitat apostamos por avanzar en esta línea, promoviendo la incorporación de nuevas tecnologías que permitan desarrollar unos sistemas de transporte público sostenibles, que ofrezcan alternativas y nuevos patrones de movilidad, especialmente en un momento complicado como el que se está viviendo ante el alza de los precios de los carburantes. Una apuesta que ha situado a Valencia como referente internacional en el debate sobre las políticas de eficiencia energética, y que se ha plasmado con la celebración, esta misma semana, de la Feria Egética.

No debe extrañarnos que en las metrópolis europeas más avanzadas la cuestión de la movilidad haya pasado a ocupar un papel central de las políticas urbanas, particularmente de cara a la próxima década en la que la necesidad de hacer ciudades cada vez más eficientes y competitivas deberá armonizarse con el cumplimiento de los objetivos de reducción de emisiones, y dentro de un marco de precios de la energía en el que la factura conjunta a pagar puede dispararse hasta límites que afecten seriamente a las rentas de las familias. Y todo ello dentro de la creciente demanda de los ciudadanos que desean desplazarse más veces y a lugares más lejanos.

Pongamos por ejemplo el caso de Valencia y de su entorno metropolitano. En los próximos años, en el horizonte del año 2021, el numero de viajes crecerá cerca del 50% hasta superar los 1.600 millones o, lo que es lo mismo, más del 5,1 millones de viajes en día laborable (frente a los 3,5 actuales) como consecuencia tanto del aumento demográfico como del crecimiento de la movilidad por habitante (el numero de viajes mecanizados por día). Un crecimiento que será especialmente intenso en las comarcas que rodean el área metropolitana de Valencia.

La Generalitat viene trabajando desde hace años para avanzar hacia un patrón equilibrado en la región metropolitana de Valencia, como en Alicante y en Castellón, en el que el impulso al transporte público permita le convierta en una opción real y eficiente al vehículo privado. Los objetivos planteados son muy ambiciosos: superar en el 2021 la cifra de 500 millones de viajes en transporte público (duplicando ampliamente los que ahora se producen) de manera que la penetración en el conjunto del área sea de al menos el 30% de los viajes mecanizados y que, desde luego, en la ciudad de Valencia sea claramente mayoritario.

La importancia que se le otorga a esta gigantesca tarea se manifiesta en la entidad de los fondos a él destinados: con el horizonte del Plan de Infraestructuras Estratégicas, el PIE, una inversión superior a los 1.700 millones de euros permitirá extender el transporte público de calidad a la totalidad de la ciudad de Valencia y a la primera corona metropolitana, llegando a un nivel de cobertura poblacional del que sólo disponen algunas de las grandes ciudades europeas.

Además, y simultáneamente con estas inversiones, deben ponerse en marcha las actuaciones que den servicio a la segunda corona metropolitana, en donde van a darse los mayores incrementos en la demanda de transporte, mediante soluciones basadas en las Vías Exprés y en la potenciación e integración de la Red de Cercanías en el resto del sistema de transportes, con inversiones en este sentido tan importantes con el túnel pasante de la ciudad de valencia que convertirá las líneas de Gandia, Xàtiva, Castellón y Buñol en un auténtico metro regional. Una buena parte de los 2.500 millones de euros de la inversión que el Estado debería realizar en ferrocarril convencional en nuestra Comunidad deben destinarse a dicho objetivo.

Pero estas inversiones deben complementarse con otras actividades que se desarrollan parar generar un sistema verdaderamente integrado. Por poner un ejemplo, el Abono Transporte, que la Generalitat puso en marcha en el año 2000 y del que ya disponen más de 140.000 valencianos, la creación de 25.000 plazas de estacionamientos disuasorios y la generación de una malla peatonal-ciclista que junto con otras actuaciones urbanas absorba cada vez más recorridos de corta y media distancia.

Sin duda en este esfuerzo la Generalitat no esta sola. Cada vez mas ayuntamientos desarrollan acciones en pro de la movilidad razonable que van desde actuaciones de peatonalización a la creación de redes propias de transporte público. Falta sin duda el apoyo del Estado y, por que no decirlo, de los fondos europeos en la plasmación efectiva de las políticas teóricas sobre el cambio climático en apoyo real a las iniciativas locales, la modernización real de la red de Cercanías (que en el caso de Valencia requiere un esfuerzo histórico por parte del Estado) y la creación de un marco estable de financiación que nos equipare con el del resto de países europeos.

Pero en el fondo, el éxito de nuestra apuesta, depende de la colaboración de los ciudadanos. Confiamos en su capacidad de decisión porque así nos lo ha venido demostrando cada vez que se le han dado opciones alternativas reales a sus necesidades de movilidad y una información fidedigna de cuales son los efectos sobre el entorno y en la mejora de su calidad de vida.

*Conseller de Infraestructuras y Transporte.

fuente:Levante

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